De pronto Toin se pone a llorar. Sin motivo aparente.
«¿Qué te pasa, cariño?»
Y se desata el vendaval. Tres o cuatro días antes de su clase de natación él ya está preocupado por si su profesora habitual no está: «No quiero que me de la clase Alberto».
De pronto Toin viene corriendo y me abraza, preocupado por algo.
«¿Qué te pasa, cariño?»
Y se desata el vendaval. Dos días antes de ir a casa de un amigo está preocupado por si tiene ganas de hacer pis y no sabe dónde está el baño. O si quiere beber agua y no sabe dónde está la cocina…
Y así muchas veces, en bucle, ¿te suena de algo? A Toin le pasa constantemente, se anticipa a los hechos pero siempre pensando en lo peor, en los problemas que pueden surgirle a lo largo de una actividad o del día. Y hablo del caso del peque pero, sinceramente, a mí también me pasa en muchas ocasiones.
De modo que cuando Pilar me presentó su último álbum ilustrado El problema sentí que nos había leído el pensamiento. Alfredo bien podría llamarse Toin, o Juan, o Lucía, o Iván, o Susana… Alfredo tiene un problema que quizá no sea tan grande ;).
Una maravillosa y necesaria historia que no tiene edad y que es un soplo de optimismo, una receta contra ese pesimismo que a veces nos atrapa, contra esa nube negra con la que cargan nuestros peques muchos días. Un álbum ilustrado para que nuestros niños sepan que no son los únicos a los que les pasa ver (a veces) las cosas un pelín negras antes de tiempo y para que sepan también esos monstruos de la imaginación son menos grandes en realidad.
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