Pues ya terminó la Semana Santa y casi las vacaciones (mañana vuelta al cole). ¿Qué tal lo habéis pasado?
Nosotros fuimos un par de días a la Ribera del Duero a ver a la familia, a comer cordero y cosas ricas del pueblito =). Para nada somos ni católicos, ni creyentes ni nada que tenga que ver con la religión, pero el viernes el planazo que había en el pueblo no era otro que la Procesión del Silencio. Y, bueno, como en esta vida hay que ver de todo, pues allá que fuimos a ver al Cristo crucificado, a los penitentes descalzos que llevaban la cruz y a la Virgen… Aunque las que impresionaban más eran las abuelillas cantando detrás de toda la comitiva…
No era la primera procesión a la que iba el peque: en verano, en las fiestas, también sacan a la Virgen y le hacen una danza … y el pobre Gololo pensó que la del viernes era esa… Ya estaba deseando ver a los bailarines con los trajes regionales bailaquetebaila.
Pero no.
Cuando salió aquello por la puerta de la iglesia… Eeeeeeeehhhh…. Pssssss…. Se quedó sin palabras (¡él! ¡Gololo!)… No era lo esperado.
– ¿Y por qué llevan la cabeza tapada? ¡Si se les ven los ojos! ¿Y por qué van descalzos? ¡Se van a pinchar!
– Espera, Gololo, que hay que ir callados…
Al cabo de un rato sólo le veía mirar a los capirotes, a su alrededor, apretando mi mano… y le pregunté qué le estaba pareciendo la procesión…
– Me está dando miedo, mamá. ¿Podemos irnos?
¡Claro! Ya me estaban sobrando a mi tanto cántico, tanto “paro, me agacho, me levanto, cojo la cruz, vuelvo a caminar…»
En fin, le explicamos un poco el sentido que tenía esa procesión tan distinta a la alegre de verano, todo desde nuestro punto de vista…
Pero de estas vacaciones con lo que nos quedamos es con la celebración del cumple del tío Jota y futuro papi del Trasgu. Entre todos hinchamos y pintamos varios globos y los colgamos en el merendero que tenemos. ¡Qué ilusión le hizo verlo todo adornado para él!
Y con qué ilusión nos comimos los demás la tarta,¡ ja, ja, ja, ja!
Y vosotros, ¿sois de procesiones?
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