Cómo sobrellevar los celos entre hermanos

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¡Ay el primer hijo! Se convierte en el centro de tu vida y tú en la suya. Desde ese primer segundo en el que os conocéis se produce una impronta y os juráis amor eterno.
El apego, el vínculo madre /hijo es natural, se va generando mientras compartís cada segundo, con la lactancia, las caricias, los arrumacos, la intimidad… Le da seguridad, tranquilidad, aprobación. Será una interacción única que persistirá aproximadamente durante el primer año de vida y que precederá y sustentará su futura socialización, su comportamiento, sus valores… Un apego bien establecido evolucionará en un comportamiento empático, afectivo, amistoso, respetuoso. Y en ese clima de amor mutuo os instaláis, siendo felices y comiendo perdices hasta que, ¡oh, sorpresa! Llega un nuevo miembro a la familia.
De repente tu bebé (que puede ser que haya dejado de serlo hace tiempo) se convierte en hermano mayor. Haces las presentaciones pertinentes, lo implicas en el cuidado del recién llegado, tratas de compartirlo todo con ambos, pero es inevitable: un bebé requiere un tiempo, unos cuidados, unas necesidades que pasan por dividir el tiempo que hasta ese momento eran propiedad exclusiva de tu primogénito.
Su egocentrismo propio de la etapa por la que estaba pasando, sumado a las nuevas responsabilidades que ha de asumir al convertirse en el mayor (cumplir horarios de comidas, de sueño, respetar ritmos del bebé, controlar esfínteres…) acaba dándose de bruces contra una nueva dinámica familiar.
Y, aunque quiere muchísimo a su hermanito, aunque lo adora, aunque le encanta ayudarte a secarlo tras el baño, hacerle mimos, de pronto comienza a manifestar conductas impropias de él, disruptivas, y el clima familiar se va enrareciendo. 

Aparecen los celos.
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Hago referencia a la aparición de los mismos tras la llegada de un hermano por ser el caso más frecuente, pero, evidentemente no es el único:
Cuando los padres muestran preferencia manifiesta por uno de los dos, aunque sea de manera inconsciente.
– Por excesiva dependencia del niño a la madre, de manera que entiende la relación con el otro progenitor o hermanos como una rivalidad a batir.
– Por tener una personalidad insegura…

Los niños experimentan unos sentimientos de envidia, resentimiento porque las personas que se supone que han de prestarles toda la atención dejan de hacerlo en la medida que lo hacían antes o que ellos entienden que debería ser. Y produce muchísima ansiedad.
No olvidemos que los niños pequeños están en el camino de aprender a identificar y gestionar emociones, y mientras que aprenden éstas deben rebosar y encontrar la manera de expresarse.
Los celos son sentimientos reales, son vividos como una rivalidad por la atención de los padres principalmente, pero ¡ojo! porque también pueden ser imaginarios cuando los niños malinterpretan las actitudes de padres o hermanos o cualesquiera otras personas.
No nos preocupemos si aparecen. Es normal y de lo que se trata de encontrar la manera de superarlo porque en la inmensa mayoría de casos es un estadio pasajero.

¿Cómo identificamos los celos?

Pueden tener múltiples manifestaciones:
Pérdida de apetito o negación a comer.
Rabietas, berrinches constantes.
– Llanto frecuente
– Aparición de enuresis.
– Disminución de la concentración, pérdida de autonomía, retraimiento, desobediencia…

Suelen iniciarse alrededor de los 18 meses como pronto y deberían finalizar a los 7 años. La expresión e intensidad de los mismos dependerán de un montón de variables como la personalidad, las relaciones familiares, la edad entre hermanos, el número de hermanos…

¿Qué podemos hacer para prevenir los celos?

Anticiparles el nacimiento de un nuevo hermanito o hermanita. Hacerles partícipes de los preparativos y de la importancia del rol que vana ocupar como futuros hermanos mayores, sin olvidarnos de la importancia del refuerzo constante.
Resaltar lo bueno, positivo y genial que va a ser tener otra personita en casa; la de cosas que van a poder hacer juntos y compartir, y olvidarnos de recordarles las que van a tener que dejar de hacer, como tenerlo todo para ellos solos, entre otras. Y que el resto de familia evite hacer comentarios de ese tipo, que no hacen ningún favor.
Tratar de mantener sus rutinas y evitar grandes cambios durante la época en la que el bebé va a llegar, como comenzar con el control de esfínteres, o un cambio de habitación, de casa, comienzo de escuela infantil. Todo lo que evidentemente esté en nuestra mano para que no asocien esos grandes cambios en su pequeño mundo a su futuro hermano.
Cuando nazca darles “responsabilidades” de mayor. Aprovechemos la curiosidad por los bebés para que entiendan la importancia de su papel en, por ejemplo, la hora del baño, o de la muda, o de la comida, sin olvidar de decirles lo bien que lo están haciendo. No olvidemos tratarlos como lo que son, niños de determinadas edades y hemos de hablar con ellos conforme su edad.
Tratar de distribuir el tiempo lo mejor posible. Que sí, que es dificilísimo con un recién nacido, ¡qué os voy a contar!, pero hay que encontrar la manera de evitar que perciba que la atención hacia ellos se ha evaporado, aunque no tengamos fuerzas ni de cogerlos en brazos. Hay que tener tiempo exclusivo para ellos. Sí o sí, porque tenemos tendencia a dejar a los niños, especialmente a los más mayores, algo más de lado entendiendo que son más independientes y autosuficientes, y no.
No establecer comparaciones bajo ningún concepto. Cada hermano es único y singular.
– De sobra está decir que no hay que amenazarles con “te voy a dejar de querer”, “mira qué bueno es tu hermano y qué bien come no como tú”…De esa manera estamos fomentando la envidia.
Hablar de ellos ante los demás siempre valorándolos de manera positiva y sin críticas ni comparaciones.
Cuidar mucho nuestra forma de dirigirnos a ellos y las expresiones del tipo “NO te acerques, tú no puedes cogerlo que se te cae, no me fío…”
Como padres tenemos una enorme responsabilidad y esta pasa por tener un estilo educativo coherente, basado en la disciplina positiva.
Castigos, reproches desmesurados, un estilo autoritario, tono de voz agresivo, descalificaciones…lo que van a conseguir es reforzar el comportamiento del niño que ve que está obteniendo la atención que buscaba, pero de una manera poco adaptativa.
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Así que:
– Recordémosles siempre lo que los queremos.
– Que sepan que son únicos.
– No les demos demasiada importancia a las reacciones celosas porque acaban por desaparecer. Si no se les da atención acabarán por extinguirse. Y nos suele costar bastante porque los pequeños saben cómo sacarnos de nuestras casillas y ponernos de los nervios. Pero para eso somos los adultos, ¿no?
– Fomentar la relación entre hermanos, que pasen tiempo juntos, que jueguen, que compartan…
– Tener establecidos unos límites y unas normas bien comprendidos por todos.
– Trabajar la gestión de emociones con ellos. Hay libros, cuentos, y si no somos capaces busquemos asesoramiento. Es imprescindible que sepan manejar y entender qué les está sucediendo (miedo, frustración, alegría, tristeza…)
– Fomentar un clima familiar de tranquilidad, seguridad, autonomía e independencia.
Nuestro principal enemigo para combatir los episodios de celos entre hermanos somos nosotros mismos y nuestra incapacidad para manejar la situación. Nos vemos desbordados ante esas explosiones de agresividad, descaro y desobediencia y tendemos a reaccionar a la defensiva.
Pensemos que se trata de niños muy pequeños que han visto como su mundo se ha vuelto del revés y van a necesitar tiempo para aceptarlo y ajustarse. Si ignoráis esos arrebatos, conserváis la calma, ofrecéis diálogo de interés (el humor es un gran aliado, las cosquillas, el tacto…), esa rabia acabará por pasar. Como he dicho, cada hijo es único y eso no debemos de dejar de recordárselo nunca.
¿Tus peques han tenido celos? ¿Cómo los ha manifestado y cómo habéis actuado? 

Vanesa Pérez Padilla (¿Y de verdad tienes tres?



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6 Comentarios

  • Madre desesperada
    30/06/2016 5:28 am

    Muy bueno el post, pero pido segunda parte. ¡Los celos del segundo hacia el mayor! Que también son tela marinera buuuf
    Ser celoso es parte de la personalidad de cada niño. A veces el mayor no los es, aunque tenga ataques aislados, pero el pequeño…

    • Nessa
      30/06/2016 11:00 am

      Cierto… Pasa muy habitualmente. Usando las mismas pautas que nos ha dado Vanesa podemos mejorar esas situaciones, realmente da igual quién sea el celoso, si el mayor o el pequeño, el caso es que hay celos porque se sienten inseguros, a veces los comparamos… Qué se yo… Hay que tener tanto cuidado verdad? Un besete

  • Marta Hidalgo Mancha
    29/06/2016 8:31 pm

    ¡Qué buen post! Me viene genial para cuando vaya a por el segundo. ¡Un abrazo!

    • Nessa
      30/06/2016 10:58 am

      ¡Qué animada te veo! Bieeeeen! Un besete

  • Sonia Del Faces
    29/06/2016 1:02 pm

    Me gusta mucho cómo lo plantea Vanesa,es un tema peliagudo, el de los celos y hay que saberlo llevar de la mejor manera posible para todos. Besitos!

    • Nessa
      30/06/2016 10:57 am

      Sí, además es que inevitablemete los pobres mayores se sienten desplazados, así que sus pautas vienen muy bien. Es una situación x la que casi todos los peques pasan. Un beso

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