canastillas

Diario de una premamá (19)

lunes, agosto 18, 2014

SINDROME DE DIOGENES

Quedo con un par de amigas en Gijón para enseñarles la barrigota y para ilustrarme en el amplísimo mundo de la maternidad ya que una de ellas ha tenido a su segundo pequeño hace apenas 4 meses.  Entre el millón y medio de cosas que me cuenta (y que me apunto por su pragmatismo) varias de ellas se me graban a fuego en la mente:

https://lahuertinadetoni.es
1. El hospital en el que me toca dar a luz, hablando mal y rápido, es una  “mierda pinchá en un palo”.  A esta conclusión llego tras escuchar que todas las habitaciones son compartidas y que en toda la planta sólo hay dos butacas para que los acompañantes duerman. El consejo de mi amiga (de aquí en adelante  “GacetaInformativa”) es que Jota solicite una de ellas nada más nacer Lentejita, ya que se ve que están muy codiciadas (lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que las otras opciones son dormir o  en una silla o en el suelo. Se ve que muchos padres salen de ese hospital como zombies malhumorados incluso cuando su bebé apenas ha llorado)

2. Me va a dejar su sacaleches.

3. A la hora de comprar el carrito, tengo que tener en cuenta no sólo el tamaño de mi maletero, sino también el del ascensor (¿parece lógico verdad? Pues ni en mil años hubiera reparado en ese detalle tan importante)

4. Las  empresas de productos específicos para bebés dan muestras gratis para que antes de dejarte los cuartos, al menos testes si te van a resultar prácticos o no.

Gratis. Palabra mágica. Llego a casa y me pongo a indagar en internet. Es cierto. Aunque muchos de los establecimientos que me ha nombrado GacetaInformativa han dejado de proporcionarlas por la crisis. Sin embargo hay unas cuantas páginas en las que te dan a probar cremitas y pañales, además de algún chupete o bibe.  Me empiezo a dar cuenta de que a partir de ahora tendré que hacer un pormenorizado estudio de mercado de cada producto antes de adquirirlo teniendo en cuenta la variedad de modelos, materiales, precios y calidades… Aunque claro, para muchos de ellos debo esperar a que Lentejita se personifique. Al fin y al cabo, es él quién los va a usar.

Me paso la mañana en Internet, solicitando muestras de cremitas y toallitas para el culete cuando descubro otro gran universo: las charlas premamá que dan los grandes centros comerciales.  Tras varias horas en internet  ya he perdido cualquier atisbo de control sobre mi voluntad y me dejo llevar por lo que he venido a denominar “el síndrome de Diógenes de las Canastillas”. Charla en la que me prometen muestras de productos, charla a la que me apunto. Al fin y al cabo (me digo)  ya he prostituido mis datos personales pidiendo muestras gratuitas.

Cuando llega Jota a casa me da hasta vergüenza contárselo. Aunque me dura pocos días. Concretamente hasta mi siguiente consulta con la matrona en la que “me capta” para las clases de premamá.
 Según me informa,  mi “cole de mami” empezará a finales de Julio por lo que teniendo en cuenta que salgo de cuentas el 22 de Agosto, será imposible graduarme. Le pregunto que si no puedo empezar con otro grupo antes, que me interesa mucho asistir a las clases. “Es que me voy de vacaciones”, contesta. Mi cara ha de ser de asombro porque sin decir nada se justifica hablando de los recortes en sanidad…De acuerdo, pienso, le diré a Lentejita que se quede dentro una quincena de vacaciones adicional para poder terminar el curso.

Cuando salgo del consultorio me acuerdo de las tres charlas a las que me he apuntado. Algo aprenderé o adelantaré, pienso. Y así es. Todas me resultan motivantes, interesantes y prácticas. También sorprendentemente concurridas. No sabía yo que la mitad de Asturias estuviese embarazada de más de cinco meses.

 A la primera de ellas, llego tarde, y al entrar al centro comercial me dirijo a una dependienta para preguntarle por la charla. No hace falta, al ver mis dimensiones me sonríe y me dice “Primera planta, a la derecha de los carritos está la sala de conferencias”. Al entrar en la habitación, entiendo la reacción de la dependienta. Hay como treinta preñadas que se miran unas a las otras. Y no a los ojos, no, sino a las barrigas. Yo también lo hago y me pregunto de cuánto estarán alguna de ellas… Mi panza parece diminuta a comparación con otras, y tengo miedo. No sé si podré llevar tanto peso alguna vez.  Me giro y veo a una muchachita delgada y pálida que mira fijamente mi panza. Ella también se está comparando conmigo, y a ella también se le nota el miedo. “No nos queda ná”, pienso.


Tras la charla (en la que cojo hasta apuntes), las treinta Gordillas nos quedamos quietas, como que no quiere la cosa, hasta recibir nuestras respectivas canastillas.  Una vez en mano, salimos todas en estampida.  Y ésta última palabra no ha sido elegida al azar. 


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6 Comentarios sobre el post

  1. No lo sabía! Para el próximo embarazo me apunto a la charla! Ya nos contarás que tenía la canastilla. Un besazo guapa!

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    1. Hay post pendiente de todas las canastillas, jejejeje. Besos!

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  2. El carrito y el tems del ascensor super importante. Y tambien pata pasar por las puertas estas raritas giratorias a veces los carros son demasiado altos
    Lo de las charlas esta genial.
    Y lo de apuntarte a cosillas por internet tambien porque luego te siguen mandando muestras según la edad
    22 de agosto sales de cuentas ya mismo!!!!

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    1. Ya nació el peque! El 28 de julio (un poquito más abajo está la entrada que lo cuenta, en lo más leído del mes), jajajajaaja. Se adelantó 25 días! Un besote!

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  3. Yo me apunté a todas las promociones, muestras, canastillas habidas y por haber! Es más, ahora que ha nacido el peque si vas a Caprabo te dan una muuy molona. Lo del carrito yo tampoco lo pensé, ¡son demasiadas cosas! al final recé para que cupiese en el ascensor y no hay problema, solo nos espachurramos contra las paredes y listo! Besotes!

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    1. Jajajaja, al menos cabéis! Lo de las canastillas es un viciooooo! Jajajajajaj! Besos!

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