GORD…ILLA
Desde que me enteré que estaba embarazada he esperado verme con barriga y fantaseo con los modelitos veraniegos que me pondré cuando esté de 7 y 8 meses… Claro que en mi imaginación tengo un tipo estupendo. No engordo ni un gramo salvo lo estrictamente necesario de la panza, y los leggins (que junto a los niños y los borrachos siempre dicen la verdad) me quedan "que ni pintados". Sin embargo mi matrona me saca rápidamente de mis fantasías aclarándome que mi situación personal es un cóctel molotov: haberme quedado en el paro y embarazarme al mismo tiempo se ve que no es la mejor combinación para mantener la figura.
Me recomienda apuntarme desde un principio a algún deporte no aeróbico o andar al menos una hora diaria. Me decanto por lo de andar, principalmente porque es gratuito.
Empiezo a ejercitarme enseguida. Las perras están contentísimas con sus 5 km diarios y a mí me viene bien despejarme de tanta casa, aunque por primera vez en mi vida me doy cuenta de que en vez de ir ganando fondo con la repetición de una actividad, voy perdiendo fuelle.
Al pasar un par de meses me percato de que las mujeres (aquí denominadas paisanas) con las que coincido habitualmente en la ruta, me empiezan a adelantar. "¿Desde cuándo el espíritu de Usain Bolt les ha poseído?" me pregunto al verme sobrepasada por otra mujer de unos 60 años.
Pero ésta no es la única señal que me hace reflexionar.
Otro elemento a tener en cuenta de mi evolución es la reacción de conocidos al verme por primera vez desde hace tiempo. Hace no tanto me encontré con un amigo con el que no coincidía desde hacía un año. Al verme, un gran interrogante se le dibujó en el rostro. Su mirada iba de mi tripa a mi cara, y viceversa, en una clara lucha interna de no saber si hacerme la temida pregunta de: "¿estás embarazada o estoy metiendo excesivamente la pata?". Sin embargo, hace pocas semanas, el padrino de Lentejita vino a vernos a casa y su reacción fue bien distinta: sólo pudo exclamar un "¡¡Madreeeee…!!" mientras abría las manos para medirme la panza.
Otra gran prueba de que mi cuerpo está cambiando pese a seguir utilizando mi ropa de siempre son los motes que me pone Jota. Al pasar el primer trimestre, deja de llamarme "monstruito" (aunque sé que añora hacerlo, porque se ha echado unas risas con mis arcadas). Pasa entonces a llamarme "bolilla" en homenaje a un postre burgalés que hace mi abuela en forma de pelotilla. Pero el término me queda pequeño enseguida. Un día, al llegar a casa y verme en el pasillo exclama: "Joé, cada día estás más gord…" Mi mirada es lo suficiente fulminante como para hacerle modificar el final de la frase: "…illa? Illa sí. Gordilla y maja, sí". Me sonríe y yo como siempre, me derrito. Con ello, estoy aceptando su nuevo bautismo.
Pero sin duda, hay un acontecimiento clave que marca un punto de inflexión en la perspectiva que tengo de mi cuerpo. Tiene lugar cuando estoy de cinco meses y medio, en el paseo marítimo del pueblo, por dónde siempre regreso de la ruta matinal. Al pasar cerca de una familia que contempla el mar, escucho al pequeño de unos ocho años exclamar divertido: "¡Mira mamá, a esa señora no le entra la tripa en los pantalones!!".
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Gololo&Toin |
Esa misma tarde nos vamos de compras...
4 Comentarios sobre el post
Yo estoy luchando por quitarme lo que me pasé en el embarazo (di a luz hace 6 semanas). Y como bien dice tu matrona, lo peor es estar parada y embarazada. En mi caso estuve los dos últimos meses de baja con reposo relativo y mi peso subió a un ritmo de vértigo :(
ResponderEliminarÁnimo con lo tuyo, seguro que con la obligación de los perros lo consigues :)
Sí, la verdad que como nos despistemos un poco el peso sube que es horroroso, pero bueno, a intentar mantenerse y no pillar excesivos kilos... Y luego... ¡Paciencia! Todo nos volverá a su lugar... Tarde o temprano, ajajajajajajaj. Estás muy reciente, Ma Petite Troll, date tiempo 😄. Muchas gracias x compartirlo con nosotras!
EliminarYo me pasé mucho en el embarazo, aún lucho contra los kilos. Ahora me arrepiento de haberme dejado seducir por ciertos dulces que me llevaban los compis de trabajo cada maña (malvados) y no haber caminado más. Pasar entre dos carritos ¡la prueba de fuego! ah´ñi me di yo cuenta de qué la barriga crecía a un ritmo acelerado. ¡Te sigo!
ResponderEliminarSí, lo de los carritos es como el "bofetón" q te hace darte cuenta de la realidad, jajaja!
EliminarGracias x seguirnos. ¡Nos leemos!
Y tú, ¿qué opinas? ;)