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Gololo desde muy chiquitín ha sido bastante maduro... Bueno, quizá la palabra exacta sea realista, porque no es un niño tipo "viejo" en plan redicho. No. Sin embargo, recuerdo que de bebé, cuando jugaba con él a guiñoles, él no miraba al muñeco ¡miraba a la mano que yo había metido dentro del guiñol! Cuando fuimos hace poco a ver la película de Pan y vio el barco volando exclamó: "¡venga ya! Los barcos no vuelan"... Le encanta que le cuentes historias tuyas, que le hables de tus cosas de adulto... Con lo cual, no es que sea un niño excesivamente imaginativo como intuirás, pero sí creativo. Solo te diré que mi salón, estos días, lo ha convertido en un museo: ha colgado dibujos de todas las estanterias e, incluso, ha puesto una acreditación identificando al jefe (su hermano) y al trabajador (él) del museo.

Con este perfil que tiene Gololo ya te imaginas que llevamos un año "aguantando los caballos" con el tema Papá Noël. Y, al final, él ha venido a confesarme que Papá Noël no existe.


Hace unas semanas, después del baño, cuando nos quedamos él y yo solos comenzó LA CHARLA:

- Mamá, ¿Papá Noël existe?

Como este tema lo habíamos hablado el año pasado y él tenía las mismas dudas, pero se las adorné (supongo que decidió dejarlo ahí y no pensar más en ello), decidí ver qué pensaba él ahora.

-¿Tú qué piensas?
- Que no.
-¿Y eso? ¿Por qué piensas que no?
-Papá Noël es muy gordo, mamá, creo que si alguien así entrase en casa haría ruido y yo nunca he oído pasos.
- Ya, bueno, pero es que es mágico.
- Pero es que va en renos que vuelan y los renos NO vuelan, mamá. Lleva un saco con regalos para todo el mundo... ¡En ese saco no caben todos los regalos!
- Pero, entonces, ¿quién piensas tú que deja los regalos?
- ¡Pues papá y tu!

... Y ya, a partir de aquí tuve que darle la bienvenida al mundo "sosaino" de los adultos y pedirle que no le contase nada, nada, nada, nada de nada a sus amigos, primos y hermano, que ahora él sabe el secreto de los adultos y que es muy importante guardarlo.


Mi preocupación era, no que lo averiguase, si no que se disgustara. Yo recuerdo cuando me lo dijo una amiga del cole y me pasé todo el recreo argumentando que sí. Recuerdo llegar a casa y comentarle a mi madre, indignada: "mira lo que me ha dicho X" y escucharla decir que mi amiga tenía razón. Un chasco, la verdad, no un trauma, pero sí chasco de los gordos. Y eso era lo que más penita me daba, que Gololo se sintiese engañado por nosotros, triste porque no existera un personaje mágico...

-¿Estás triste, Gololo?
-¡No! ¿Puedo decírselo a Toin y a los primos?

Ejem... Vamos a ir entrenando lo de "mantén el secreto"...