LLANES
Mi suegra quiere regalarnos una
minicuna. Es un producto al que a priori, no veo mucho sentido teniendo en
cuenta que ya tengo una cuna, pero la insistencia de mi suegra y de mi hermana
(que considera la minicuna un "must" para el bebé) hace que nos dobleguemos. Eso
sí, descartamos “hipotecarnos” para adquirirla y eso es difícil teniendo en cuenta que todos los
modelos son más caros que cualquier cuna (lo que nunca llegaré a entender ya que
es más chiquitaja y por tanto lleva menos material).
Decido entonces sumergirme en
Internet para buscar una de segunda mano. Se ve que no soy la única premamá que
se niega a pagar 300 euros por una minicuna ya que las que publicitan por menos
de 100 euros vuelan. Tras varios intentos fallidos, al fin, consigo quedar con
una madre que aún no ha vendido su minicuna, y probablemente no lo ha conseguido
porque vive en Llanes, es decir,
bastante lejos del centro de Asturias donde se ve que nos concentramos casi
todas las preñadas de este 2014
Decidimos ir el domingo para
aprovechar el día. Si la minicuna no nos convence al menos pasaremos un gran
día en una de las playas del concejo.
Sin embargo, me enamoro de ella nada más llegar a la casa de la vendedora. Es rollo romántico, con un precioso dosel que está en perfecto estado. Jota recoge la mercancía y decidimos ir a celebrar nuestra adquisición a una de las
playas más originales de Asturias: la de Gulpiyuri.
Al aparcar nos damos cuenta de que
la marea está baja y que la playa es tan sólo un charquito en el que se están
bañando 10 personas. Un poco decepcionados decidimos inspeccionar los alrededores
para descubrir nuevos emplazamientos. Nuestro espíritu aventurero nos hace
meternos con el coche por un camino que comienza a estrecharse por
momentos. Jota va lento teniendo en
cuenta que el asfalto brilla por su ausencia, que el caminito se ha llenado de
baches y que yo me empiezo a agobiar un poco. Justo cuando estamos pensando ya que
no encontraríamos civilización alguna jamás de los jamases, conseguimos dar media vuelta y encontramos una carretera
de este siglo que nos lleva a una
playa donde pasamos un maravilloso día.
Me quedan apenas cinco días para cumplir la semana 37 por lo que he de
aprovechar a meterme en el mar. Me han dicho que tras pasar esa fecha sería
peligroso bañarme por si rompo aguas y no me doy cuenta. Y me encanta meterme
en el agua, me siento ligera pese a que en secano tengo la sensación de ser un elefante.
Llegamos tarde a casa, y tras una
cena ligera los dos caemos derrotados en el sofá. Me despierto a la una y
decido abandonar ahí a Jota y trasladar mi megacuerpo a la cama. “Bastante mal
duermo ya como para dormirme con el cuello torcido”, me digo. Tras lavarme los
dientes y construir mi fortín de cojines, me tumbo. Nada más cerrar los ojos
noto humedad entre las piernas… “¡Será posible!,¡ me estoy meando!” Pero no lo
puedo contener…algo me pasa… “Oh, oh”. De un salto salgo de la cama….
“Jota, Jota….. ¡he roto aguas!!!”
6 Comentarios sobre el post
Cómo entiendo esa sensación de ligereza en el agua! Yo iba a natación sólo por eso! jajaja. Preciosa la minicuna, me encanta! ;)
ResponderEliminarSíiiiiii, una se siente menos "ballena" jajajajaja. Gracias! Un beso!
EliminarAyyyy que me he quedado como cuando te cortan el episodio de tu serie favorita hasta la próxima semana...!!!
ResponderEliminar¿Rompiste aguas? ¿Y qué tal? Bueno, supongo que ésto es para la próxima entrega, verdad?.
Por cierto, la minicuna es preciosa!
Un beso,
Manuela.
Jejejejeje... Ya queda menos! El próximo lunes seguimos ;p. Besos!
EliminarLa minicuna una pasada, es de cuento. Creo que nunca he ido tanto a la playa como cuando estaba embarazada, me encantaba esa sensación, era una pasada. Un besazo!
ResponderEliminarEs genial esa sensación, verdad? La minicuna... Es muy bonita sí, gracias! Un beso!
EliminarY tú, ¿qué opinas? ;)