Y DE REPENTE…
Estoy en mi último trimestre y sigo llevando un embarazo
“envidiable” según mi tocóloga: no he tenido náuseas, ni he engordado en
exceso, tampoco tengo azúcar, estoy hiper-vitaminada y soy la única embarazada
de España sin estreñimiento.
Perfecto. Hasta que llega Julio. El día 8 acudo a la cita
con el especialista de Digestivo que me ha de dar los resultados de todas las
pruebas: tengo una enfermedad llamada
Colitis Ulcerosa con la que tendré que aprender a convivir ya que es crónica.
Cuando escucho este adjetivo pasan por mi mente dos cosas: un “¿qué pasa con Lentejita?” y un “me cago en el embarazo modélico”.

Cuando el médico termina de explicarme en lo que consiste y
cuál es el tratamiento que he de empezar (y sobretodo que éste no afectará a
Lentejita), sólo consigo articular una pregunta: “¿es hereditaria?”, me
contesta que el bebé tiene casi las mismas probabilidades que cualquier otra
persona de tenerla. Añade que la enfermedad necesita una cierta predisposición
genética pero que sólo se hereda en un 3% de los casos. Suspiro aliviada aunque
salgo chafada de la consulta pensando que voy a tener que empezar a medicarme aún
embarazada. No quiero hacerlo, pero
estando de acuerdo los especialistas de Digestivo y Tocología poco puedo
hacer más que enfurruñarme y dejar que se me pase el enfado con el Destino y mi
mala suerte en unos cuantos días. Al menos, me repito, hay un tratamiento que
no perjudica al bebé y además Lentejita ya está formado según me explican todos
los médicos a los que pregunto (y son varios).
Pero parece que mi amigo el Destino no tiene suficiente… con
el diagnóstico llegan unos días horribles de calor y como cualquier otra
embarazada de 8 meses empiezo a retener líquidos. El primer día en el que me
doy cuenta del evidente embotellamiento en los pies pego un grito: “¡¡¡Joooootaaa!!, miiiiira!!! ¿pero por
Dios, qué me está pasando?!!!” “ Pues
que simplemente, estás embarazada”, me contesta tranquilizador.
La noche anterior fue el último día en el que vi mis
tobillos, de eso ya ha pasado un mes.
Creo que el hueso sigue ahí dentro, en alguna parte, aunque he dejado de
notarlo incluso cuando lo toco. Empiezo a
valorar la posibilidad de empapelar el pueblo con una foto antigua de mis
piernas y un “Se buscan. Si ven estos tobillos por el pueblo, por favor,
pónganse en contacto. Los echamos de menos”.
4 Comentarios sobre el post
Tiene que ser duro pasar un embarazo con cualquier otra enfermedad, pero al final todo salió bien. Mi hinchazón de pies no llegó hasta días antes del parto, eso sí, tardo meses en irseeeee!!! Besotes.
ResponderEliminarCon paciencia... No queda otra... Lo importante es q va mejor y el peque está estupendo! Ay! Los tobillos... Jajaja... Un mundo aparte. Besos!
EliminarBuenos días!, acabo de ver tu comentario en mi blog y quería darte las gracias, primero por entrar, y segundo por animarme con lo de mi boca.
ResponderEliminarMe he pasado a conocerte...y ahora me toca a mi, en primer lugar te felicito por tu embarazo, es lo más bonito y especial del mundo, ser mamá...y segundo, darte ánimos con lo de tu enfermedad y mucha, mucha paciencia.
Cuídate mucho y que todo vaya bien!
Un abrazo,
Immacreativa
Hola, Inma, somos dos hermanas, Tuna que es la escribe este diario de premamá (aunque el peque nació un mes antes casi este julio), y Nessa, que soy yo y soy la que más ando x las redes sociales :). Mil gracias x pasarte a leernos y comentar. Un besazo fuerte!
EliminarY tú, ¿qué opinas? ;)